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¿PIERDES EL CONTROL DE TUS EMOCIONES?


Muchas personas sienten que a veces pierden el control de sus emociones: desde la desmotivación que me roba las ganas de acudir a mi puesto de trabajo, al enfado con mi marido que me hace perder el control y decirle cosas que en realidad no quiero, ni las siento de ese modo.


Los seres humanos tenemos una asombrosa capacidad de adaptación y somos capaces de sobreponernos casi a cualquier cosa. Nuestro instinto de supervivencia prima.


Sin embargo en esa huida hacia adelante dejamos por el camino un reguero de heridas emocionales, de daños que recibimos o qué causamos desde ese estado emocional, que nos quedan grabados en la memoria y que nos condicionan.


Nos comportamos desde nuestra base de datos de vivencias y aprendizajes, no siempre sanos


Desde nuestro nacimiento somos seres sociales: necesitamos a los demás. Y esto nos diferencia del resto de animales. Tejemos una red compleja de vínculos que nos unen a las otras personas. Esto constituye nuestra mayor fortaleza y nuestra mayor vulnerabilidad. Pues nada puede herirnos tanto como otra persona, y especialmente aquellas que son importantes para mí.


Y todas estos momentos que vivimos, sobre todo aquellos que nos hacen sentir mal, se almacenan en nuestra historia, convirtiéndonos en quienes somos ahora. Esas heridas emocionales siguen dentro de nosotros, haciéndonos saltar como un resorte ante aquello que nos hace recordarlas: cuando mi hermana me hace preguntas muy directas me recuerda a esa sensación tan desagradable que me acompaña de que mi familia no confía en mí.


Pero si los trabajamos, y nos damos la oportunidad, podemos sanar esas heridas. Obsérvate, préstate atención y permítete cambiar las cosas que no te gustan. Y sobre todo no dejes de dar los pasos Rumbo a tu Bienestar.

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