IA vs. TERAPIA : LUCES Y SOMBRAS.

Por qué atrae a los jóvenes y cuándo no usarla

Cada vez más jóvenes abren un chat con una inteligencia artificial cuando algo les preocupa. La razón es comprensible: respuestas inmediatas, sensación de anonimato y cero juicios. En un mundo acelerado, pedir “consejo” a un bot se siente fácil y más seguro que exponer las emociones cara a cara. Sin embargo, conviene mirar esta tendencia con calma y sentido crítico. La IA puede ser una primera puerta, pero no es una consulta clínica. Detrás de las pantallas no hay historia personal compartida, ni seguimiento, ni capacidad de atender una crisis real. Como clínica, nos interesa ofrecer orientación clara: entendamos qué aporta la IA y, sobre todo, cuándo es mejor acudir a un profesional cualificado.

¿Por qué recurren los jóvenes a la IA?

 Accesibilidad 24/7. La IA responde a cualquier hora. Para quien vive ansiedad nocturna o no se atreve a pedir cita, esa disponibilidad resulta atractiva.

 Anonimato y control. Hablar con un bot reduce la vergüenza: no hay mirada ajena ni miedo a “ser un problema”. El joven decide cuánto contar y cuándo cortar la conversación.

 Coste y rapidez. Frente a listas de espera o costes de terapia, la IA parece una opción inmediata y gratuita para “desahogarse” o encontrar tips básicos.

Contraindicaciones: lo que la IA NO puede ofrecer

1. No evalúa clínicamente. Un chatbot no puede realizar una valoración psicológica rigurosa ni emitir diagnósticos. Puede pasar por alto señales de riesgo o interpretar mal síntomas que requieren atención presencial.

2. Consejos inexactos o simplistas. Aunque “suenen bien”, sus respuestas se basan en patrones de texto, no en comprender tu historia. Un consejo erróneo puede reforzar hábitos poco sanos o aplazar la ayuda profesional.

3. Falta de vínculo terapéutico. La alianza con un terapeuta —confianza, empatía, objetivos compartidos— es el corazón del cambio. La IA no crea relación humana ni acompaña procesos a medio y largo plazo.

4. Privacidad y datos. No siempre está claro cómo se guardan o usan las conversaciones. Compartir información sensible sin garantías puede exponerte a riesgos innecesarios.

5. Inadecuada en crisis. Autolesiones, ideación suicida, violencia o consumo problemático de sustancias requieren intervención humana inmediata y protocolos de seguridad; un bot no puede protegerte ni coordinar apoyos.

La IA puede servir como punto de partida: ordenar ideas, poner nombre a una emoción o encontrar ejercicios generales de autocuidado. Aún así, conviene usarla como complemento, no como sustituto. Si algo te preocupa de verdad, la conversación más segura sigue siendo con un profesional humano.

La IA puede ser un buen primer apoyo para desahogarse o aclarar ideas, pero nunca reemplaza la atención de un profesional. Usarla con criterio significa reconocer sus límites y saber cuándo buscar ayuda humana.

¿Qué te recomendamos? Si notas que tus síntomas no ceden, que tus relaciones o estudios se resienten, o aparecen pensamientos negativos recurrentes, pide cita con un/a psicólogo/a. Si usas herramientas digitales, elige plataformas con buena.

Información sobre privacidad y límites claros, y compártelo con tu terapeuta: así podrán integrar lo útil y descartar lo que no ayuda. En salud mental, la calidad del acompañamiento importa tanto como la información. Demos a la tecnología su lugar, sin perder de vista lo esencial: tu bienestar y tu seguridad para poner rumbo hacia tu bienestar.