Cada vez más jóvenes recurren a un chat con inteligencia artificial cuando sienten malestar o incertidumbre. El motivo es claro: respuestas inmediatas, anonimato y ausencia de juicios. En un mundo acelerado, pedir orientación a un bot parece más fácil y seguro que mostrar emociones en persona. No obstante, esta práctica debe analizarse con perspectiva crítica. La IA puede abrir una primera puerta, pero no sustituye la atención clínica. Tras la pantalla no existe una historia