AUTOESTIMA Y ADICCIONES
- José Alfredo Suárez
- hace 1 día
- 4 Min. de lectura
Reconstruyendo el valor personal en el camino de la recuperación

Cuando hacemos un tratamiento en adicciones, no siempre se trata solo de hablar de la conducta problemática. También es importante mirar otros factores que favorecen o ayudan a mantener el problema. Uno de ellos —y no menor— es la autoestima.
Muchas personas llegan a consulta sintiendo que valen poco, que no merecen una vida mejor o que no tienen la fuerza para cambiar. Trabajar la autoestima es, por tanto, parte fundamental del proceso de recuperación.
Una autoestima herida puede alimentar la culpa, la vergüenza y la sensación de fracaso. Y esos sentimientos, a su vez, pueden convertirse en la excusa perfecta para volver a consumir y anestesiar lo que duele. Por eso, reconstruir la confianza en uno mismo es un paso clave para romper ese círculo y abrir la puerta a una vida distinta.
En este artículo quiero compartir contigo algunas ideas sobre cómo la autoestima y la adicción se relacionan, y qué podemos hacer para fortalecerla durante el proceso terapéutico.
Cómo la adicción impacta la autoestima
La relación entre adicción y autoestima es bidireccional: una se alimenta de la otra. Por un lado, una baja autoestima puede hacer que la persona busque en la sustancia o la conducta adictiva una forma de aliviar el malestar emocional. Por otro lado, la propia adicción suele terminar deteriorando todavía más la imagen que la persona tiene de sí misma.
Muchos pacientes describen un sentimiento de vergüenza por no poder controlar su consumo. Otros sienten culpa por las consecuencias que su adicción tiene sobre su familia, su trabajo o su salud. Esa mezcla de culpa y vergüenza genera una sensación profunda de fracaso personal, reforzando la creencia de que “no valgo” o “no puedo cambiar”.
Con el tiempo, la persona puede quedar atrapada en un círculo vicioso: cada recaída refuerza la percepción de inutilidad, y esa sensación de no valer nada alimenta el deseo de volver a consumir para dejar de sentir. Es como si la adicción se convirtiera en un refugio momentáneo frente a una autoimagen que duele demasiado sostener.
Además, muchas personas que tienen un problema de adicción han crecido en entornos donde su autoestima no se ha visto fortalecida. En algunos casos, se han sentido rechazadas, no escuchadas o constantemente juzgadas. Otros han atravesado experiencias de trauma, abuso o negligencia que les dejaron una profunda herida emocional. La sustancia o la conducta adictiva aparece entonces como una forma de aliviar ese dolor acumulado.
Fortalecer la autoestima: parte esencial de la recuperación
Cuando una persona comienza un proceso de recuperación, uno de los objetivos más importantes es reconstruir la relación que tiene consigo misma. A menudo esto significa aprender a mirarse con más comprensión, menos juicio y más amabilidad.
Fortalecer la autoestima no se logra de la noche a la mañana. Es un camino que se recorre paso a paso, en el que cada avance cuenta, por pequeño que parezca. A veces, implica enfrentarse a creencias muy arraigadas, como “soy un fracaso”, “no merezco nada bueno” o “siempre lo hago mal”.
En terapia trabajamos para que la persona pueda identificar esas voces críticas internas y cuestionarlas. Detrás de cada pensamiento negativo suele haber experiencias pasadas que dejaron huella: palabras que hirieron, gestos de indiferencia, comparaciones constantes. Nombrar ese dolor y entender su origen es una forma de empezar a liberarse de él.
Otro aspecto fundamental es reconocer logros, aunque sean pequeños. Muchas personas con adicciones minimizan sus esfuerzos: dejan de consumir unos días, cumplen un objetivo, asisten regularmente a terapia, pero no se lo reconocen. Celebrar esos pasos ayuda a construir una sensación de autoeficacia: “soy capaz”, “puedo lograrlo”, “mi esfuerzo tiene valor”.
Fortalecer la autoestima es esencial durante la recuperación, ya que cada pequeño logro y gesto de autocuidado contribuyen a reconstruir una relación positiva con uno mismo, rompiendo así el ciclo autodestructivo de la adicción y permitiendo avanzar hacia una vida más saludable y plena
El papel del autocuidado diario
El autocuidado diario es una forma concreta de fortalecer la autoestima. No se trata solo de
grandes decisiones, sino de pequeños gestos cotidianos que envían un mensaje claro: “me importo, merezco cuidarme”. Para alguien que ha vivido mucho tiempo descuidándose o haciéndose daño a través del consumo, recuperar rutinas de descanso, alimentación, higiene y organización puede ser un acto profundamente reparador.
A veces, el autocuidado empieza por cosas tan simples como preparar una comida saludable, darse una ducha consciente, salir a caminar o poner límites a personas o situaciones que resultan
tóxicas. Estos gestos, repetidos con constancia, refuerzan la idea de que uno es digno de cuidado y respeto, primero por uno mismo y después por los demás.
La importancia de la red de apoyo
Fortalecer la autoestima no es un camino que deba recorrerse en soledad. La red de apoyo —la familia, las amistades, los grupos terapéuticos— juega un papel fundamental. Muchas veces, otras personas ven en nosotros cualidades y fortalezas que somos incapaces de reconocer. Escuchar palabras de aliento, sentirnos valorados y aceptados, nos recuerda que no estamos solos y que merecemos ser tratados con respeto y cuidado.
Además, compartir con otras personas que están atravesando un proceso similar puede ser muy reconfortante. En los grupos de apoyo se crea un espacio donde nadie juzga, donde se entiende lo que se siente y donde cada pequeño logro se celebra como un paso importante. Saber que contamos con alguien a quien recurrir en los momentos de duda o recaída puede marcar una gran diferencia en la recuperación.
Para terminar: una invitación a mirarte con otros ojos
Si estás en un proceso de recuperación, recuerda que no se trata solo de dejar atrás la adicción, sino también de reconciliarte contigo mismo. Trabajar la autoestima es aprender a hablarte con respeto, a perdonarte por los errores y a reconocer que mereces una vida mejor.
Quizá no puedas cambiar de inmediato todo lo que piensas de ti, pero cada pequeño gesto de cuidado, cada límite que pones, cada vez que pides ayuda, es una forma de decirte: “sí valgo, sí merezco”.
Hoy te invito a hacerte una pregunta: ¿qué puedes hacer por ti hoy, por pequeño que sea, para recordarte que importas? Ese primer paso puede ser el inicio de una relación más sana contigo mismo y con la vida que quieres construir pon rumbo hacia tu bienestar.
Comments