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Foto del escritorCelia Año

¿SE PUEDE EDUCAR SIN GRITAR?

Actualizado: 22 abr



5 Claves para una disciplina positiva.






Cada vez son más las familias que se preocupan con adoptar un estilo de crianza respetuoso que les permita ayudar a sus hijos e hijas, evitando los castigos y los gritos. En este sentido la disciplina positiva se ha convertido en una de las principales herramientas para ayudar a que los niños y niñas entiendan las consecuencias de sus acciones y crezcan en un entorno de empatía, respeto y comprensión. Para ello resulta esencial que los padres y madres les enseñan cómo hacer lo correcto en lugar de implantar castigos desmesurados o generando miedo.


Sin embargo, no debe confundirse con una crianza permisiva. No se trata de evitar los castigos y de consentir y premiar. En muchas ocasiones, se convierte en una tarea complicada y resulta esencial que los padres y madres reflexionen sobre qué expectativas tienen sobre los más pequeños y en cómo ellos mismos son un ejemplo de regulación emocional, donde la paciencia y la comprensión son claves.


La disciplina positiva implica un aprendizaje tanto para los niños como para los adultos, ya que enseña habilidades sociales y valores de una manera respetuosa. Ofrece una oportunidad de aprender desde la experiencia, de afianzar los vínculos en el hogar y de movilizar el aprendizaje. Es decir, en lugar de aplicar castigos aislados, se pretende motivar a los más pequeños a mejorar, resaltando la necesidad de educar desde la amabilidad sin dejar de lado la firmeza y los límites. Desde este punto de vista los errores no son vistos como un elemento negativo, sino como una oportunidad de aprendizaje.


“La disciplina positiva es un estilo de crianza basada en la comprensión y el razonamiento, cuyo principal objetivo es que los niños y niñas se desarrollen a través de la conexión, y no a través de la corrección. La clave reside en que los niños tengan mayor autonomía y perciban que se les tiene en cuenta.”


Hoy os traemos 5 claves para que las consecuencias sean más efectivas:



1. Las consecuencias han de respetuosas: debemos de asegurarnos que no transmitan culpa, vergüenza o dolor.


2. Han de estar relacionadas: la consecuencia debe estar relacionada con el comportamiento. Por ejemplo: durante una rabieta el niño ha insultado a su hermana, como consecuencia deberá decirle tres palabras bonitas.


3. Su duración ha de ser razonable: debemos de tener en cuenta la edad del niño/a a la hora de aplicar un castigo. Por ejemplo, la técnica “tiempo muerto” de debe aplicar durante tantos minutos como años tenga el niño/a.


4. La consecuencia ha de ser reveladora: esto quiere decir que debe darse a conocer con anticipación para poder establecer expectativas.


5. Y, por último, ha de ser repetida en el tiempo: para garantizar su comprensión debemos de mantener esta regla o consecuencia.


Si necesitas aprender más sobre estilos de crianza, no dudes en contactar con nosotros e iniciar un camino rumbo hacia tu bienestar.

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