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Foto del escritorJosé Alfredo Suárez

LA AMBIVALENCIA EN ADICCIONES


Comprendiendo la lucha interna en el camino hacia la recuperación








En la entrega pasada de este blog, abordé un elemento fundamental de la conducta adictiva: la conciencia de enfermedad. Esta se concibe como la consideración de la conducta adictiva, al menos en cierta medida, como un problema. También se entiende como un proceso interno que experimentan los pacientes, que va desde un “posiblemente tengo un problema” hasta un “me he dado cuenta de que tengo una enfermedad y he aprendido a vivir con ella”. Este proceso no es solo lógico, sino algo más profundo que integra toda la vida de los pacientes, incluyendo su vida emocional, sus características personales, su entorno y su familia.


Hoy quiero hablar de una constante que atraviesa de distintas formas todo este proceso de

motivación al cambio: la ambivalencia. Esta consiste en un estado de ánimo en el que conviven dos emociones o sentimientos opuestos, algo como una “guerra interior” que experimenta una persona ante un tema particular, impidiéndole posicionarse de manera clara.


La ambivalencia está presente cuando luchamos o queremos trabajar con aspectos desagradables de nuestra vida.

Por ejemplo, en situaciones como querer comer saludablemente, hacer deporte con constancia o establecer nuevos hábitos de estudio. En estos casos, uno puede encontrarse con la sensación de “quiero, pero me cuesta poner toda mi energía en ello”. A veces no está tan claro que la persona no quiera, al menos mentalmente, pero lo que hace sí que es un reflejo de esta dificultad para abordar el problema.


Aunque esta sensación de contradicción puede formar parte de nuestro día a día, es especialmente prevalente en los comportamientos adictivos. Las personas con problemas de adicción pueden llegar a entender razonablemente que su comportamiento les trae problemas, pero no son capaces de parar. Repiten frases como: “yo lo dejo cuando quiera” o “yo creo que puedo controlarme”, pero en el fondo se encuentran en una especie de parálisis que los mantiene atados a su problema.


En un tratamiento de adicciones se trabaja constantemente con la ambivalencia, no como algo a fustigar, sino como una actitud normal y aceptable. Es un elemento importante del proceso que requiere ser abordado con consciencia y de manera abierta porque es una constante en la vida del paciente. En el fondo, el paciente se pregunta por qué se propone cambiar y, conforme pasa el tiempo, aparecen en su mente excusas o deseos para volver a su conducta problema. Esto causa mucha angustia y confusión.


Una persona puede acceder a empezar un tratamiento de adicciones, pero luego considerar que quizá no es para tanto, que todo el mundo lo hace, o que se está exagerando el problema, lo que lleva a abandonar el tratamiento. También puede suceder que, después de un tiempo de abstinencia, quiera intentar establecer una relación más “saludable” con la sustancia o comportamiento, lo cual puede convertirse en una recaída. Todo esto es absolutamente comprensible y parte fundamental del conflicto.


Detrás de la ambivalencia hay quizá desinformación, creencias erróneas, pero más allá de eso, hay sufrimiento porque la adicción es una enfermedad. Por eso, se afronta no desde la confrontación hostil, sino desde la comprensión. Si la confrontación fuera un método adecuado, las riñas de la abuela o el puro de la familia serían suficientes para abandonar una

adicción. Cuando el paciente comprende lo que le pasa, sus sentimientos, sus contradicciones internas, su sufrimiento, encuentra un camino hacia la salud y el bienestar.


Si estás lidiando con una adicción o conoces a alguien que lo esté, en IAN de PSIQUE te ofrecemos apoyo profesional. no dudes en consultarnos y te ayudaremos a hablar abiertamente sobre tus sentimientos y conflictos internos. Pon rumbo hacia tu bienestar.

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