¡Ya está aquí la Navidad! Que rápido pasa el tiempo… hace nada estábamos despidiendo el 2017 y de golpe a repente nos encontramos despidiendo el 2018… pero sí, aquí estamos otra vez con la decoración Navideña inundando nuestras casas, calles, y comercios.
Los adultos podemos tener dos o tres posicionamientos respecto a ésta época del año: Nos encanta, donde me incluyo, nos son indiferentes o las odiamos, cada uno con sus razones. Pero, ¿y los peques? Ellos suelen tenerlo bastante claro ¡LES ENCANTA LA NAVIDAD! Para ellos es una época de magia, ilusión, regalos y reuniones familiares. Cuando hay peques en casa inconscientemente revive ese niño interior que todos llevamos dentro para transmitirle toda esa magia e ilusión que en algún momento sentimos. Sabemos que la inocencia y la fantasía forma parte de un buen desarrollo y que además fomenta la creatividad de los menores.
Eso está genial, pero corremos un riesgo en el que, sin darnos cuenta, los adultos nos vemos envueltos cuando nuestros pequeños van creciendo. Quién de los que estáis leyendo no ha dicho alguna vez la frase “si te portas mal Papa Noel o los Reyes Magos no te traerán nada…”, haciendo que esa ilusión sea un tanto dolorosa.
Y de repente llega el momento, la pregunta ¿Mamá/Papá los Reyes Magos existen? Han escuchado cosas en el cole, pueden habernos oído hablar sobre el tema de regalos con alguien o simplemente han comenzado a sospechar. A veces preferimos que se entere en el cole y no vernos en esta encrucijada. Las reacciones pueden ser diversas pero lo más seguro que una de las emociones y sentimientos que presenten sean tristeza y desilusión. Algunos incluso pueden enfadarse muchísimo con sus padres y decir frases como “¡me has mentido siempre!” “¡mentirosos!” o, aunque no lo digan pueden pensarlo fácilmente. Este sentimiento de engaño es comprensible y más sobre todo si como adultos hemos usado demasiadas veces el chantaje emocional con los regalos.
La verdad que enfrentarse a ese momento es desagradable. Sin embargo, hay maneras muy bonitas de contarlo. Sí, hablo de las conocidas cartas en las que les decimos la verdad y en las que podemos aprovechar para decirles lo que los queremos, lo que más nos gusta de ellos, lo que se le da súper bien hacer y hacerles el mejor regalo esas navidades, ¡un subidón de autoestima! que puede guardar como un tesoro y releer cuando le haga falta Además, es una manera maravillosa de transmitir y mantener esa ilusión y magia, aunque ya sepan la verdad.
Así que os propongo dos retos para estas y las próximas navidades: usar menos o nada los chantajes emocionales con los regalos y si veis que es el momento de contarles la verdad, sacar boli y papel y abrirle vuestro corazón a esos peques que nos alegran el alma.
¡FELIZ NAVIDAD!