La familia también sufre
Cuando un trastorno de la conducta alimentaria entra en casa, no solo afecta a la persona, sino que la familia se encuentra delante de una incertidumbre con muchas dudas, preocupación y culpa.
En consulta nos encontramos con madres y padres con un miedo terrible a equivocarse durante el período de tratamiento, y éste suele ser bastante largo. Es un proceso duro para todos los miembros de la familia y que puede hacerse complicado seguir las pautas conductuales y alimentarias que proponemos los profesionales que acompañamos.
De un TCA se sale, y la familia puede ser el motor de cambio importante en la recuperación de la persona.
A menudo, lo que más difícil resulta es saber cómo abordar diferentes situaciones cotidianas o ocasiones especiales, como fiestas, eventos sociales, comunicación a la familia extensa o amistades, en el colegio o simplemente cada vez que se sientan a la mesa.
Por ello, queremos hacer unas recomendaciones generales para las familias que tienen que lidiar con este problema:
1. Paciencia, es un proceso largo y doloroso. No se trata de ser pasivo, pero tampoco estar todo el tiempo alerta. Es normal que aparezca, miedo, tristeza, rabia, impotencia, estrés y ansiedad.
2. Coordinación entre los profesionales y la familia. Es necesario que se haga un abordaje interdisciplinar, es decir, que el equipo esté formado por los diferentes profesionales necesarios para el abordaje, como psicólogo, psiquiatra, pediatra o médico de familia (según la edad y el caso), nutricionista, entre otros. Y que estos profesionales tengan una buena coordinación y comunicación con la familia.
3. Expresar dudas y sentimientos. Cualquier duda que tenga cualquier miembro de la familia debe ser resuelto, bien por parte de otro familiar, por la persona afectada o por los diferentes profesionales.
También es importante que la familia haga su propio proceso terapéutico si lo necesitan, incluso terapia familiar, expresar cómo se siente cada miembro va ayudar a que el proceso sea más llevadero.
4. Aceptar el trastorno. La aceptación junto con la paciencia deben ser las protagonistas en esta historia. Cuando uno de los miembros de la familia no acepta el trastorno, puede hacer que se ralentice el proceso, incluso que se agrave.
5. Constancia y firmeza. Como ya hemos comentado, es un proceso duro y largo en el que se debe ser constante para que poco a poco se vayan viendo resultados y mejoras. La firmeza en las decisiones ayuda en la estabilidad de la persona afectada y a que se respeten las normas y límites.
6. Dar la importancia que merece a cada conducta. Cuando vemos que la persona con TCA se esfuerza y va logrando dar cada paso, debemos reforzarla, valorando el trabajo que está haciendo. Y al contrario cuando la persona se equivoca, se encuentra con una dificultad que no sabe abordar, es decir, no darle tanta importancia, esto también forma parte del proceso.
7. Amor incondicional. La familia puede ser el mejor co-terapeuta en la recuperación de un TCA. Su papel es acompañar a la persona en este proceso, en los momentos buenos y en los más difíciles. Mostrarse receptivos y comprensivos, dar afecto, saber escuchar y crear un ambiente tranquilo y cercano, sobre todo en las horas de las comidas.
Sabemos que es un trabajo costoso y pesado, tanto para quien lo padece como para quien acompaña. No es un camino de rosas ni hay atajos.
La familia tiene que estar bien informada para poder representar el papel que le ha tocado en este proceso.
Es necesario que todos los profesionales del equipo estén especializados en TCA y
puedan coordinarse entre ellos para un mejor abordaje.
En resumen, la recuperación de un TCA siempre va a ser más eficaz trabajando en equipo. “El todo es más que la suma de las partes”. La familia es la clave para iniciar el camino Rumbo hacia tu bienestar.
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