Claves para un futuro emocionalmente saludable.

Durante la primera infancia (nacimiento – 5 años), se produce uno de los procesos que mayor impacto va a tener en el futuro bienestar psicológico y social de un niño o niña, el desarrollo emocional.
Este proceso consiste en aprender a identificar, comprender, expresar y gestionar las emociones, algo que influye en aspectos tan fundamentales como la interacción con los demás, el afrontamiento de adversidades o la construcción del autoconcepto y la autoestima entre otros.
El desarrollo emocional, se puede dividir en tres etapas principales:
- Desde el Nacimiento hasta los 18 meses los bebés establecen el vínculo de apego con sus cuidadores principales. De la calidad de este vínculo va a depender en gran medida que el niño o niña se sienta con mayor o menor seguridad para explorar el mundo que le rodea. Además, también se empiezan a reconocer y responder de manera algo rudimentaria las emociones de las demás personas, sentando las bases de lo que conocemos como empatía.
- De los 18 meses a los 3 años, los niños y niñas empiezan a elaborar un sentido de sí mismos como sujetos separados de los cuidadores principales. Durante esta fase, se desarrollan habilidades motoras y lingüísticas que les permiten una mayor autonomía e independencia, algo que habitualmente supone conflictos emocionales cuando sus deseos chocan con las limitaciones impuestas por otras personas. Además, se comienzan a utilizar estrategias básicas de autorregulación emocional como buscar consuelo en objetos de
apego (mantas, juguetes, peluches etc).
- De los 3 a los 5 años, los infantes empiezan a comprender que las otras personas tienen pensamientos, sentimientos, deseos y creencias diferentes a los propios, ampliando su capacidad emocional y mostrando niveles de empatía mucho más complejos que hasta el momento. Además, en esta etapa emplean un juego más simulado e imaginativo, algo que les permite desarrollar habilidades emocionales y sociales al explorar diferentes roles y situaciones desde un entorno seguro.
Como cuidadores principales, ¿cómo podemos fomentar o favorecer un desarrollo
emocional saludable?
-Proporciona un entorno afectivamente seguro que favorezca que el niño o niña exprese sus emociones de forma abierta y sin juicios. Valida y ayuda identificar y etiquetar qué es aquello que está sintiendo y, el lugar de ofrecer soluciones o respuestas rápidas intenta guiar para que él/ella misma llegue a sus propias conclusiones.
-Enseña algunas habilidades o estrategias de regulación emocional (como respiración) que pueden ayudar al niño o niña a hacer frente a aquellas emociones que le resulten más intensas.
Pd: Para ello, primero tienes que saber regularte tú. Recuerda que, como persona adulta, eres su principal fuente de aprendizaje por observación.
-Utiliza los juegos de rol y los juegos imaginativos para facilitar que el niño o niña explore desde un entorno seguro situaciones y emociones sobre las que reflexionar y aprender. Los libros con personajes que experimentan diferentes sentimientos también pueden ser de gran utilidad.
-Propicia situaciones de interacción social que ofrezcan al niño o niña la posibilidad real de “entrenar” habilidades empáticas y de autorregulación.
-Apoya su autoestima y autonomía, animándole a intentar las cosas por sí mismo/a y ofreciendo ayuda en aquellos momentos que resulte necesario. Reconoce y celebra sus logros, enfocando más la atención en el esfuerzo que en el resultado.
En conclusión, el desarrollo emocional durante la primera infancia es una piedra angular que determina en gran medida el nivel de bienestar futuro del niño o niña. Por ello, invertir tiempo y esfuerzo en comprender y fomentar este aspecto del crecimiento infantil no solo beneficia al menor en su etapa actual, sino que también le proporciona las herramientas necesarias para hacer frente a los desafíos emocionales que le presente la vida con mayor resiliencia y confianza.
En este contexto, los cuidadores principales también deben estar atentos a señales que indiquen posibles dificultades emocionales, como puedan ser problemas persistentes en la regulación de emociones intensas o el establecimiento de relaciones saludables con iguales.
En estos casos, desde el área infanto-juvenil de IAN de Psique podemos ofrecer el acompañamiento y asesoramiento necesarios para poner RUMBO HACIA TU BIENESTAR.
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