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Foto del escritorNerea Fontana

CULTURA DE DIETA



¡El verano ya llegó y la lucha comenzó!






La cultura de dieta es un término que últimamente se ha puesto de moda y que podemos encontrar por todos lados: revistas, TikTok, Instagram, anuncios… ¡incluso en las puertas de los herbolarios! Pero lo cierto es que no es algo nuevo, el término se utiliza desde hace décadas en nuestra sociedad y, en mayor o menor medida, nos afecta a todas las persona; sí, a todas.



Se trata de un sistema de creencias, actitudes y comportamientos que persiguen un ideal de delgadez y belleza casi imposible de conseguir y que puede perjudicar nuestra salud. Según este sistema de creencias, estamos constantemente vigilando nuestro peso, la forma de nuestro cuerpo y la alimentación hasta el punto de obsesionarnos, demonizando todo aquello que no se acerque a ese “ideal” de delgadez o, simplemente, a quienes no luchan por conseguirlo.



Esta manera de pensar y actuar promueve prácticas alimenticias no saludables ,como estar constantemente probando dietas, intentando encontrar la que funcione. Y ya adelanto que no hay ninguna dieta que funcione –ninguna–, según nuestra amiga La Ciencia. Continúa leyendo para saber por qué no funcionan las dietas.



La cultura de dieta no solo nos afecta cuando llega la operación bikini, aunque algunas personas solo hagan dieta en esta época del año. Nos afecta durante todo el año; cuando antes de llegar las Navidades ya nos estamos preocupando por los excesos de comida y bebida, por los intentos de restringir o compensar en estas fechas, en los propósitos de año nuevo de llevar una vida más saludable (que sería lo ideal, pero no solo en estas fechas), cuando cenamos con los amigos y no nos permitimos el postre, o incluso cuando evitamos actos sociales para no “perder el control” con la comida. Y no solo con la comida, haciendo deporte en exceso para perder peso y no con el objetivo de tener hábitos saludables, pesándonos más veces de las que deberíamos o no subiendo a la báscula por miedo a no aceptar el peso que marque (y eso que ese número no dice Nada).



Así pues, todos estos actos asociados a la cultura de dieta lo único que hacen es provocar infelicidad, insatisfacción con el propio cuerpo y por los intentos de conseguir algo que la presión social o la moda actual nos impone. Además, nos hace sentir culpables por no conseguirlo o por no ser capaces de intentarlo, provocando una gran frustración que muchas veces termina en conductas desadaptativas: la prohibición de ciertos alimentos o comidas (con las que disfrutamos), el uso de productos diuréticos, cosméticos y fármacos –por supuesto, sin prescripción médica– para adelgazar o la provocación el vómito.



Nos han hecho creer que pasar hambre es algo que tenemos que sufrir, una creencia –otra más– que nos hace restringir comidas, y la restricción es la peor enemiga del atracón, ya que el ciclo de los atracones funciona de esta manera (puedes leer sobre los atracones en uno de los artículos de nuestro blog).


Todavía hay personas, demasiadas, que continúan haciendo dieta, aunque sepan que no funcionan. Como no terminamos de entender el porqué no funcionan y hacer dieta es algo tan generalizado y que nos hace creer que nos estamos ocupando de nuestra salud, seguimos con esta práctica absurda. Y ahora te cuento porqué no funcionan:



Primero de todo, te invito a que busques el significado de dieta y te darás cuenta de que no tiene nada que ver con lo que creemos. El concepto de dieta que tenemos es algo transitorio, un “pequeño” sacrificio por el que tenemos que pasar. Y aquí está el error, transitorio y sacrificio no se ajustan a la idea de hábitos saludables, que a mi entender tiene que ser algo para siempre, con motivación y satisfacción.



Casi todas las dietas (las que tienen como objetivo adelgazar) tienen algún tipo de restricción, prohíben algún tipo de alimento, hacen ayunar, y como ya hemos comentado, esto nos llevará a consumir en exceso y a sentirnos culpables y avergonzados.



A su vez, tenemos otra creencia instaurada que es el concepto compensar, ya sea saltarnos comidas, restringiendo alimentos, o hacer deporte para compensar cuando “nos hemos portado mal” y hemos abusado de algo que no deberíamos haber comido. Este error también lo utilizamos al revés: “como he comido tan bien estos días, puedo permitir-me el postre”. Y es que no necesitamos permiso para disfrutar de un buen postre o helado.



Uno de los errores más frecuentes hablemos de dietas o no es que no sabemos comer de manera saludable, y no me refiero únicamente a la comida, sino a todas las conductas relacionadas con la alimentación y, en muchas ocasiones, para aprenderlo tenemos que buscar a profesionales de la nutrición y psicólogos especializados.



Las dietas milagro no existen. Lo que sí existe es ponerse objetivos alcanzables, metas reales que se ajusten a hábitos de vida saludable. Para ello es importante estar motivado/a, no abandonar, tener presente que es un proceso por el que a veces no podemos pasar solos/as y que recurrir a profesionales es la opción más acertada.



Lo que sí tienes que abandonar son las creencias que no te ayudan a alcanzar el Rumbo hacia tu bienestar.




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