No es lo mismo estar solo que sentirse solo.
La soledad es un sentimiento, una expe-riencia individual que se puede percibir incluso estando rodeado de seres queridos. Se presenta como una sensación de aislamiento o desamparo que invade a una persona más allá de si en realidad está sola o no.
Algo que observamos con frecuencia es la confusión del término “estar solo” con “no tener pareja”. Esta confusión desencadena emociones negativas dada su connotación. Y lo cierto es que este uso de palabras no puede ser más erróneo. No tener pareja significa eso. No tener pareja. Así, sin añadidos. En cambio, estar solo va mucho más allá. Conlleva no tener a nadie con quien poder compartir momentos, confidencias, muestras de afecto… en definitiva implica aislamiento en el cual te encuentras solo, sin acompañamiento de absolutamente nadie. Viéndolo así, podemos entender que si solemos pensar de esta manera nos sintamos solos si no tenemos pareja.
Lo cierto es que el miedo a la soledad es totalmente comprensible dado que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Tenemos la necesidad de estar en contacto con otras personas. Nos gusta estar y sentirnos acompañados, sentir que le importamos a alguien...
Cuando hablamos de “convivir con la soledad”, no solo nos referimos a personas que de forma voluntaria o involuntaria no tienen pareja si no a todas las personas. Independientemente de nuestro estado civil, vamos a tener que aprender a convivir con la soledad e incluso ir más allá, vamos a tener que aprender a disfrutar de nuestros momentos a solas.
Aprender a sobrellevar la soledad es importante dado que en algún momento de la vida, la mayoría nos tenemos que enfrentar a ella. Además, resultará imprescindible para fomentar nuestra autoestima y crecer a nivel personal.
Muchas personas tienen un problema en saber distraerse y disfrutar de su tiempo libre sin estar en contacto físico con otras personas.
Vamos a dar unas pequeñas pinceladas de cómo vencer dicho miedo y aprender a convivir con la soledad:
En primer lugar, responsabilízate de tu propio cambio optando por un papel activo.
Valida tus emociones. Reconoce y acepta el sentimiento de soledad. Atrévete a mostrarte vulnerable.
Suelta. Haz un correcto proceso de duelo en el caso de estar enfrentándote a una pérdida.
No te encierres en ti mismo. Teje una red sólida de amistades, tanto antiguas como nuevas. Es el momento de conocer a personas que se encuentren en una situación similar a la nuestra.
Ábrete a nuevas experiencias.
Abraza la soledad. La soledad puede ser tu mejor amiga, la que te hace escucharte, conocerte, enfocarte en lo que realmente quieres y necesitas en cada momento. Estar solos es un mecanismo para poder encontrar nuestro verdadero potencial.
Practica la gratitud. Practica el dar las gracias y el agradecimiento incluso con aquellas cosas que aún no tienes pero deseas conseguir.
Trátate bien. Háblate con respeto. Cuida tu discurso interno.
Ten citas a solas. Cuídate, mímate, dedícate tiempo… a solas, para aprender a ver la vida con otras gafas, así como aprender a disfrutar de tu propia compañía.
Como dice Silvia Congost “debes aprender a amar y aceptar la soledad, abrirle los brazos y abrazarla suavemente, disfrutando de su color y su textura. Es buena y sabia, y si deseas aprender, descubrirás que tiene mucho que enseñarte”.
Recuerda, si tienes algún tipo de dificultad podemos recorrer junt@s el camino Rumbo hacia el Bienestar.