top of page

EL NIÑO DIFÍCIL


El trabajo con niños me facilita el acceso a infinidad de narrativas entorno a múltiples síntomas en las relaciones familiares.


Desde mi óptica sistémica me resulta prácticamente impensable trazar un diagnóstico infantil dejando al margen la mirada relacional del niño con su familia.


Cuando encuentro un sistema familiar desbordado por el movimiento de un niño de 8 años hago un pequeño ejercicio que me ayuda a ampliar la mirada: cuántas cosas tiene que hacer este niño para que estos padres acudan a alguien para que les facilite el espacio y el tiempo para realizar un cambio.


Es por este motivo que, junto con el diagnóstico que tratemos al niño, tendremos que trabajar necesariamente con un diagnóstico del funcionamiento familiar para no quedar atrapados por el funcionamiento del sistema que se alinea entorno al malestar.


Ante el nuevo paradigma, el niño difícil se convierte en hijo. Las dificultades se hacen caminos para encontrar al niño que sufre, a los familiares que se encuentran desbordados y a los hermanos que quedan al margen.


Un niño difícil no es más que eso, un niño en un momento difícil. Esto no quiere decir que los diagnósticos sean desacertados. Todo lo contrario. Son necesarios, siempre y cuando se utilicen para un verdadero tratamiento del problema que convive con esa familia. Para contactar con los mejores profesionales, para motivar en el reto de la educación a los maestros, para encontrar grupos de soporte y ayuda familiar.


Trabajar con niños no debe hacernos perder el sentido de una infancia vivida con cariño, comprensión y respeto.

[endif]

17 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page