“La vida compartida nos enseña que en la vejez no estamos solos. Reconocer nuestras vulnerabilidades y aprender a pedir ayuda no significa perder independencia, sino ganar serenidad, amor propio y la oportunidad de fortalecer lazos con quienes nos rodean. Pedir apoyo abre puertas a la gratitud, al encuentro y al acompañamiento mutuo, recordándonos que aceptar ayuda es un signo de madurez, valentía y una forma de vivir esta etapa con dignidad.”