La dificultad de erección es más común de lo que podemos pensar. Siendo muy habitual que las relaciones sexuales acaben generando estrés, malestar y ansiedad, tanto para el hombre como para su pareja. Justo las condiciones emocionales contrarias a la apetencia sexual.
Primero que nada, hay que entender la causa de las dificultades de erección, puesto que puede haber un origen físico, pero mayoritariamente las dificultades de erección tienen una causa psicológica, o incluso un mantenimiento del problema. Es decir, durante el proceso en que la persona ha estado buscando la causa (sea física o no), ha aprendido a anticipar el fallo y esto ha generado el temor a la relación sexual y una mayor tensión, con lo cual el problema supera el ámbito físico y acaba transformándose en un conflicto emocional, pudiendo a afectar al hombre y a su pareja.
Vamos a explicar la dinámica más común de la disfunción eréctil secundaria (López G., 2004):
Como hemos dicho, el estrés y la ansiedad del día a día afectan también a nuestra respuesta sexual. Nuestro sistema nervioso simpático está activado, por lo que si tenemos que estar alerta, a la defensiva, no hay tiempo para relaciones sexuales, ni para procesos digestivos, ni para dormir siquiera, nuestro cuerpo está tratando de luchar contra lo que nos pone en peligro, y esto desequilibra nuestra homeostasis.
Aquí es cuando podemos encontrarnos con que ha habido un llamado gatillazo, o que no ha habido erección, resultando una experiencia frustrante para la persona y generando una pérdida de antoconfianza, de inseguridad. Aquí entran en juego muchas creencias y mitos relacionados con el analfabetismo sexual general en la sociedad.
Esta inseguridad se reflejará en una anticipación al fallo, y no solo al fallo, sino a las hipotéticas consecuencias negativas que se derivarán de no poder tener o mantener una erección: “seguro que voy a fallar y ella/él se va a sentir incómodx, y tendré que explicarle…”, “seguro que pasa y esta persona lo contará y yo me sentiré fatal porque todos lo sabrán”…
Estos pensamientos / anticipación estarán durante todo el acercamiento físico-erótico, provocando un estado de ansiedad que no permitirá abandonarse a la experiencia. Si no que estará auto-observando, convirtiéndose en espectador de su propia erección, pendiente de si se produce o no y en qué grado.
Entonces intentará provocar o conseguir la erección, pensando constantemente cómo mantenerla, provocando ansiedad de ejecución.
Bajo estas condiciones emocionales la erección se produce con mucha dificultad. Acabamos de “comprobar” la hipótesis de la que partíamos cuando anticipábamos el fallo. La comprobación de este fallo está en la base de la frustración que experimentamos y de todos los sentimientos negativos y las consecuencias “catastróficas” que dábamos por supuestas (hacer el ridículo, ser rechazado por nuestra pareja, fracasar en cualquier relación), y que ya habíamos anticipado.
Entonces podemos exponernos a nuevas relaciones sexuales o empezar a realizar conductas de evitación (p.e. retrasar el encuentro sexual, poner excusas) y escape (p.e. romper la relación).
El sexo es una actividad que se refuerza a sí misma.
Comments