Muchas personas pertenecientes al colectivo LGTBIQA+ entenderán el artículo de hoy, puesto que seguramente hayan vivido su propio proceso de autoaceptación, que puede durar años, empezando en la niñez/adolescencia y culminando en la edad adulta (sea cual sea la edad).
En primer lugar, solemos estar dentro del armario –a menudo siendo empujados dentro sin saber bien cómo ni por qué– puesto que ha sido una estrategia, una verdadera institución de represión, persecución, control, invisibilidad y silencio. El ocultamiento como forma de ser y como forma de vida. En definitiva, no nos ocultamos porque queramos, sino porque durante décadas la única esfera aceptable para la homosexualidad ha sido la privacidad y la intimidad, cuya finalidad ha sido hacernos creer extraños, diferentes, raros e incluso enfermos.
Es en esta primera fase del proceso donde se empiezan a explorar los sentimientos sin juzgarlos y empieza la confusión, por ejemplo, nombrando a la persona con quien se experimentan estos sentimientos como “única” o empezando un proceso de negación.
Acto seguido, empezamos a pensar en la posible pérdida de normalidad en caso de salir del armario. En este punto, puede empezar el sentimiento de no pertenencia, puesto que la vida del heterosexual sí tiene implicaciones públicas y políticas y no necesita confesarse un buen día, pero las personas LGB durante toda la vida tenemos que estar saliendo del armario en los diferentes ámbitos y personas que nos vamos encontrando. Tras esto, empieza la búsqueda de referentes con quien sentirnos conectados, una búsqueda activa de iguales.
Es entonces cuando empieza nuestra identidad, pero también un lavado a la etiqueta con que nos sintamos identificados. Los términos como maricón, muerdealmohadas, bollera, camionera, etc. así como todos los hechos traumáticos y la ansiedad vivida, empiezan a procesarse y tener un lugar en esta fase. Siendo así, empezamos a separar “ellos, los heteros”, apareciendo el orgullo y pertenencia al colectivo, así como la rabia por todo lo vivido.
El fin de este proceso es la síntesis, entendiendo que la orientación no es lo único de mi vida, sino una parte más, pero no lo más importante. Pudiendo entender y aceptar todo este proceso, así como cuando vivimos la homosexualidad como natural y no inferior a la heterosexualidad.
No metamos a nadie en el armario, hagamos preguntas abiertas para facilitar su proceso de salida del armario
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