Cómo detectarla cuando el principal síntoma no es la tristeza
A medida que las personas vamos envejeciendo, podemos pasar por muchos cambios o situaciones nuevas propias de esta etapa de la vida, como la muerte de seres queridos, la pérdida de amigos, la disminución de las relaciones sociales, la jubilación y los cambios que de ésta se derivan, acontecimientos estresantes o problemas médicos.
Es normal preocuparse, sentirse intranquilo, estresado o triste a raíz de todos estos cambios, pero pasado un tiempo, muchas personas mayores se adaptan y vuelven a sentirse bien. El resultado de este proceso es un aprendizaje cuyo resultado va a dotar a la persona de nuevas fortalezas, recursos y herramientas para hacer frente a nuevas dificultades que puedan aparecer en el futuro.
Sin embargo, algunas personas no se adaptan de forma adecuada a estas nuevas situaciones y necesitan ayuda. Algunas de ellas pueden sentirse muy tristes, cansadas, desesperanzadas, sin motivación para hacer cosas. Es entonces cuando puede aparecer la depresión.
La depresión es un trastorno psicológico que afecta la vida diaria y el funcionamiento normal de las personas que la sufren. En este sentido, podemos decir que no es una consecuencia normal del envejecimiento, ni una señal de debilidad ni un defecto de carácter.
Su principal característica es, por un lado, la tristeza, el sentimiento de vacío, la desesperanza y/o ganas de llorar durante gran parte del día. Por otro lado, aparece una disminución importante del interés y del placer por
las actividades que normalmente realiza la persona.
En algunas personas mayores, la depresión puede pasar desapercibida para los familiares e incluso para ellas mismas, de modo que el problema puede permanecer latente, en un segundo plano, sin diagnosticarse ni tratarse.
Esto suele ocurrir porque, algunas veces, en las personas de edad avanzada, la tristeza no es el principal síntoma de la depresión. Tal vez tengan otros síntomas de la depresión menos obvios o no quieran hablar de sus sentimientos por vergüenza, sentimiento de culpa o para no preocupar a sus familiares.
¿Cuáles son esos síntomas que pueden darse en personas mayores y que pueden acompañar o incluso sustituir a la típica tristeza característica de la depresión?
Ansiedad, en forma de opresión en el pecho, sensación de ahogo, respiración entrecortada o temblores.
Sentirse “vacío” gran parte del tiempo.
Pérdida de interés o de placer en las actividades con las que anteriormente se sentía bien y se disfrutaba.
Pesimismo o falta de esperanza hacia el futuro.
Sentimientos de culpa, falta de autoestima e impotencia ante situaciones que le ocurren a sí mismo o a otras personas.
Cansancio, sensación de no tener energía, sentir que se mueve o habla más lentamente.
Dificultad para concentrarse, recordar detalles o tomar decisiones. Pérdida de memoria.
Problemas para dormir, incluyendo despertarse muy temprano o dormir demasiado.
Cambios en el apetito o en el peso habitual.
Pensamientos frecuentes sobre la muerte o el suicidio.
Sentirse inquieto o irritable
Dolores o molestias físicas, como dolor de cabeza, calambres o trastornos digestivos sin ninguna causa aparente y que no se alivian con tratamiento.
La buena noticia es que existe tratamiento para la depresión en personas mayores. Si, al leer este artículo, te has sentido identificado en alguno o varios de los síntomas que aparecen o crees que algún familiar tuyo podría necesitar ayuda, puedes llamar a nuestro centro y aplicaremos un tratamiento personalizado y adaptado para ti o para tu familiar.
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