Hablamos de cansancio o fatiga emocional.
El estrés continuado puede derivar en agotamiento emocional.
La persona que padece fatiga emocional se exige mucho a sí misma, busca la perfección en exceso, viviendo el día a día con la sensación de que nunca hace lo suficiente ni llega a todo lo que le gustaría.
Se trata de ir cargando con la responsabilidad de asumir distintos conflictos, habiendo un desbalance entre lo que se da y lo que se recibe.
Nos exigimos más de lo que humanamente podemos abarcar
Personas que lo entregan todo, aun significando esto dejar relegadas sus propias necesidades. El resultado evidentemente, es una persona agotada, sin tiempo para su autocuidado e incluso llega a sentir la presión de su entorno, quienes esperan que resuelva problemas todo el tiempo. Casi sin tener derecho a estar cansada y/o pedir ayuda.
Los síntomas más comunes son estado de nervios, somatizaciones, problemas de concentración y/o memoria, bajo estado de ánimo, insomnio, sensación de estar sobrepasada, preocupaciones que te impiden disfrutar del momento, irritabilidad…
Se trata de una situación en la que si no se interviene de manera temprana, puede derivar en problemas más graves como, un trastorno depresivo o un trastorno de ansiedad así como consecuencias físicas, cefaleas o problemas intestinales.
Además, al tener un nivel tan elevado de exigencia, como era de esperar, crece la sensación de incapacidad, sintiéndose sobrepasada y perdiendo paulatinamente la confianza en las propias capacidades.
¿Quiénes son los candidatos de sufrir cansancio emocional?
Personas que no ponen límites, muy exigentes, que se sienten responsables de resolver prácticamente todos los conflictos de su alrededor y con dificultades para organizar su escala de prioridades.
Objetivos terapéuticos: realizar un reajuste en cómo la persona se enfrenta a su día a día, aprender que nadie es imprescindible y fortalecer la autoestima.
Recuerda, si tienes algún tipo de dificultad podemos caminar junt@s Rumbo hacia tu bienestar.