
Se acerca el 14 de febrero y ¿cómo olvidarnos de esta fecha? Medios de comunicación, escaparates, decoración de restaurantes… todo repleto de cupidos o corazones rojos.
Celebrarlo o no hacerlo forma parte del repertorio de rituales que acompañan a una pareja. Si la pareja en cuestión decide celebrarlo es uno más de los actos que les unen.
Si quieres celebrar San Valentín, hazlo. No obstante, no dejes de lado que “el amor” se celebra los 365 días del año. Requiere trabajo y esfuerzo para fomentar y modificar la comunicación y el entendi-miento entre ambas personas.
Dado que cada persona tiene un concepto de amor, intentar definir qué es y qué no es el amor es una tarea compleja. Por tanto, la siguiente descripción es mi concepto personal de amor.
Considero amor como ese vínculo que te da seguridad. Esa persona que sus actos te demuestran que está contigo. Veo amor “del bueno” cuando ambas personas están porqué deciden estar. Sin que nadie les pida que se queden. Sin que nadie les pida que pasen tiempo con él o ella o que se preocupen por determinados asuntos. Amor incondicional. El que notas en los buenos momentos, pero sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles. Amor es apostar por la relación y a pesar de las adversidades responsabilizarse de nuestras conductas problema y modificarlas con la finalidad de mejorar tanto el bienestar de nuestra pareja como nuestro propio bienestar. Amor es dar y recibir, es un “todo irá bien”. Amor es libertad. Amor es comunicación, comunicación y más comunicación. Un intercambio de opiniones sobre sentimientos, emociones, temas personales... Amor es mostrarte vulnerable ante la otra persona. Amor es confianza, deseo, admiración, sentirse valorado, importante…
En fin, independientemente de mi propio concepto, ahora, para hablar de amor me basaré en la teoría del triángulo del amor de Sternberg. Éste habla de intimidad, deseo y compromiso.
Cuando conocemos a una persona ésta nos puede gustar o incluso, gustar mucho. En este punto no estaríamos en disposición de hablar de amor. Para que éste aparezca, además del deseo inicial es necesaria la intimidad. Ésta, se asocia con sentirnos comprendidos, apoyados incondicionalmente y compartir tiempo y aficiones. La intimidad favorece el vínculo. Ésta requiere confianza y conocimiento mutuo.
Estar en pareja no significa compartirlo todo. El amor no es algo que defina cómo pensar, como actuar y como sentir, pero sí es importante recordar que el amor que siente nuestra pareja si no se traduce en palabras, si no hay una buena comunicación en la que se exprese qué se espera de la otra persona, y en definitiva qué necesitamos para ser felices en una relación de pareja difícilmente ésta se consolidará. Y en caso de hacerlo, si somos sensatos con nosotros mismos, no se estarán satisfaciendo nuestras necesidades y se tratará de una relación superficial. Una relación en la que a pesar de existir una aparente confianza e incluso un proyecto de vida compartido, comunicarse sobre temas personales se hace desde el plano de la amistad.
¿Qué implica el compromiso?
Me gusta describirlo cómo el ingrediente que hace a una pareja “equipo”. Equipo que mira en una misma dirección.
Es la decisión de amar a otra persona y el compromiso por mantener vivo su amor. La disposición de cada uno de los miembros a experimentar y conocer los miedos y expectativas que cada uno tiene en la relación, generar un espacio donde compartirlo y crear unas pautas que lo hagan posible, así como, si se requiere, introducir cambios.
Nadie dijo que fuera fácil. La terapia de pareja brinda la oportunidad de abordar y solucionar posibles dificultades que pueden aparecer a lo largo de la relación de pareja.
Como dice Walter Riso “no me interesa que me quieras mucho, sino que me quieras bien y cada día mejor. El amor no es cuestión de cantidad”.
Recuerda, si tienes algún tipo de dificultad podemos recorrer junt@s el camino Rumbo hacia el Bienestar.