
Viene una época de felicidad, de reuniones en familia, celebraciones y cenas de empresa, donde el factor común es beber y comer.
¿Pero qué pasa con aquéllos que tienen un problema de adicción?
Es una situación un alto grado de riesgo que si no se trabaja y se tiene en cuenta, aumentan las recaídas.
Imagina una persona que lleva seis meses sin probar una gota de alcohol, su vida vuelve a estructurarse, ha empezado una vida saludable, ha perdido peso, está haciendo deporte, y disfruta de su familia y su tiempo libre.
A medida que van pasando las semanas, empieza a pensar que lo tiene superado, que el problema del alcohol forma parte del pasado, y que lo tiene controlado.
Pero esta persona, junto a la mayoría que tiene una recaída, comete varios errores, con un factor común: estoy totalmente curado.
¡Es totalmente erróneo! Con este mensaje hacia sí mismo, llega el momento de esa cena de empresa, o el encuentro con los amigos, y su pensamiento es: “va… por una no pasa nada, llevo mucho sin beber, lo tengo superado…”
Se le olvida que uno es adicto siempre.
Siempre explico la metáfora del interruptor: cuando tenemos un problema de consumo se nos tatúa un interruptor en la cabeza que cuando estamos abstinente se pone en OFF pero no se borra. Y esto se le olvida al adicto. Porque cuando vuelves a tomar una gota de alcohol o cualquier sustancia, los mecanismos en tu cerebro se reactivan otra vez.
Es importantísimo que el adicto entienda esto, y que no olvide que por un momento de placer, se desencadena una vuelta a la adicción.
Buscar ayuda y acompañarte en el proceso es una buena forma de disfrutar de estas fiestas sin una gota de alcohol.
¿Te acompañamos? Rumbo hacia tu bienestar