
Conmemoramos todo tipo de eventos y celebraciones. Cumpleaños, un nacimiento, conseguir un buen trabajo… Es más, cualquier excusa nos vale para reunirnos alrededor de una mesa y alzar nuestras copas de vino.
Las fechas son importantes. Es imposible obviarlas o abstenernos del papel que ejercía la persona fallecida en ellas.
La Navidad suele ser un momento muy difícil para afrontar la reciente pérdida de un ser querido. Una vez más, nos juntamos todos alrededor de la mesa y en esta ocasión, destaca una silla vacía. Recordamos más que nunca cómo era la persona, sus bromas, cómo le gustaba reunirse con todos su familiares…
Las fechas en las que toda la familia se reúne es cuando más se nota la ausencia del ser querido. Sobre todo las primeras veces. Las primeras Navidades, el primer aniversario, las primeras vacaciones… la tristeza nos vuelve a invadir y lo cierto es que es totalmente normal. Forma parte del proceso de duelo para elaborar la pérdida.
Pese a que cada persona lo experimenta a su modo, suele ser beneficioso afrontar la pérdida fomentando la comunicación emocional en la familia, avivando el recuerdo de la persona ausente y consensuando una celebración alternativa.
Se observan distintas variantes a la hora de enfrentarse a las fechas señaladas. Hay familias que deciden evitar las celebraciones para no enfrentarse a la ausencia del ser querido. Se trata de una opción que proporciona alivio inmediato. Por contrapartida, la evitación retrasa el momento de enfrentarse a la celebración sin el ser querido.
En otras ocasiones, se opta por actuar “con normalidad”. ¿Y esto qué significa? Tratamos de hacer como si nada pasara, escondiendo los verdaderos sentimientos y evitando así, hablar de éstos y de la persona fallecida. Negarnos la realidad supone un esfuerzo psicológico devastador que puede acompañarse de efectos secundarios tales como el cansancio, ansiedad y/o irritación.
La alternativa más adaptativa es decidir de forma conjunta cómo podemos realizar la celebración de modo que sigamos reuniéndonos pero con algún toque distinto. Introducir una modificación que nos facilite la tarea de enfrentarnos a las fechas señaladas con la ausencia de la persona querida. Por otra parte, tenemos que evitar negar la realidad y hacer visible a la persona que ya no está. Conmemorarla y acordarse de ella. Compartir cómo de afortunados hemos sido al tenerla entre nosotros. Recordar la alegría de haber compartido tantas vivencias con la persona ausente.
El duelo es una experiencia natural. Para elaborar la pérdida satisfactoriamente tenemos que hablar, reconocer nuestros sentimientos, expresar emociones, compartir…
Y recuerda, si tienes algún tipo de dificultad podemos ir junt@s Rumbo hacia el bienestar.