
Las personas que tienen un problema de conducta adictiva, llega un punto que consumen o realizan la acción con el objetivo de aliviar su malestar, para manejar ese síndrome de abstinencia que no soporta y por ello se le crea esa necesidad imperial de volver a consumir o hacer (a estas últimas me refiero a las adicciones comportamentales como es la ludopatía o la adicción a las compras entre otras).
Entre el abuso y la dependencia existe una línea imaginaria, que una vez la crucemos ya no hay vuelta atrás. Aquí, se encadenan una serie de mecanismos que hace que se instale la adicción. Ya no es sólo el momento del consumo sino todo lo que rodea a ello. Aparecen cambios, referidos a las preferencias en sus vidas, hasta tal punto que está por encima de todo y de todos, incluso de ellos mismos.
Por mi experiencia me he dado cuenta que uno de los puntos más importantes para ayudar a una persona con problemas de dependencia es ver la funcionalidad de la misma. Es decir, ¿para qué hacen servir la adicción? ¿Cuál es su uso? ¿Qué habilidad de afrontamiento les hace falta? ¿Cómo manejan el enfado, la euforia, relajarse, evadir problemas, etc.?
Son personas que el sufrimiento no lo toleran, y es por ello que usan el consumo para no tenerlo.
Estas personas han aprendido un automatismo. Esto se traduce a que cuando aparece ese pensamiento, esa emoción, esa conducta o esa situación, automáticamente consumen. Lo han aprendido y lo han interiorizado hasta tal punto que es aparentemente inconsciente.
Algunos ejemplos:
Mujer divorciada adicta a la marihuana: Durante la vida ha tenido varios hechos traumáticos como un divorcio o la pérdida de un ser querido. No soporta la soledad y fumar le ayuda a manejar ese sufrimiento.
Joven con una adicción a la compra: cuando adquiría el producto, que en su caso era ropa y complementos, aparece el pensamiento “Ya lo tengo”. Indagando en su vida, no había conseguido ningún objetivo, actualmente no lo tenía tampoco y por tanto “necesitaba algo” que le diera esa satisfacción de conseguir una meta.
Joven empresario consumir de cocaína: muchísimo estrés. La cocaína le ayudaba a seguir el ritmo.
Hombre con problemas de alcohol: sólo consumía de 9 a 14, cuando no había nadie en casa. Hace cuatro años cerró la empresa. Ahora no hacía nada en su tiempo libre, sólo pasarse horas delante del ordenador. Pero cuando era fin de semana o por la tarde que estaba con su familia ni una gota de alcohol. Le servía para combatir el aburrimiento.
Joven con problemas de alcohol en fin de semana: le sirve para desinhibirse y poder ligar, sino se sentía incapaz.
Estos son algunos ejemplos, pero seguro que cada una de las personas que tienen problemas de consumo le dan una funcionalidad.
Cuando trabajo este aspecto con ellos les hago ver que no todo el mundo que pasa por un divorcio o el trabajo le genera estrés se va directo al consumo, sino que las personas aprendemos estrategias de afrontamientos a diversas situaciones.
Por tanto, creo que si conseguimos localizar la funcionalidad del consumo podremos buscar una alternativa para poder aprender y adquirir un nuevo hábito.